La fiesta de Todos los Santos tiene su origen en antiguas tradiciones comunes a casi todas las civilizaciones del pasado, vinculadas al final del verano, o en todo caso al final de los meses cálidos, y al comienzo del periodo más oscuro y frío del año.
Este momento de los ciclos naturales también ha estado siempre vinculado al concepto de la muerte, pues el invierno representa un periodo difícil en el que hay que sobrevivir sin los frutos de la tierra, que parece sin vida. En la antigua Roma, por ejemplo, se celebraba a la diosa Pomona, una oscura diosa silvestre de los frutos y las semillas, pidiendo que dieran fruto en primavera, y se rendía homenaje, por similitud, a los muertos en la Parentalia, un culto a los parientes difuntos.
Fue en el año 840, con el papa Gregorio IV, cuando la Iglesia estableció oficialmente la fiesta de Todos los Santos, trasladándola del 13 de mayo al 1 de noviembre, con la intención de superponer a una fiesta pagana una fiesta cristiana, vinculada a los ciclos lunares y a las estaciones. La fiesta celta de Halloween, que tiene su origen en las celebraciones de la víspera de Todos los Santos, también está en esta línea.
Antiguas tradiciones folclóricas perviven en Italia, sobre todo en el norte y en Cerdeña, donde las festividades vinculadas al final del ciclo estacional y al culto a los muertos se solapan en esta época del año.
El Día de Todos los Santos es obligatorio en toda la cristiandad desde 1475 a instancias del Papa Sixto IV. En Italia es a la vez día de precepto y fiesta civil.
Prima Bottega rinde homenaje a todos los santos con un catálogo dedicado.
